miércoles, 24 de agosto de 2011

La convergencia de géneros en Tarantino para la construcción de un mundo posmoderno


Como hemos podido apreciar en todas las películas de Tarantino, existe una constante reinterpretación de variados géneros cinematográficos, televisivos y hasta literarios, que conllevan precisamente a la intertextualidad de su propuesta estética y narrativa. Desde el inicio de sus películas, hemos observado cómo todo su imaginario se construye a partir de otros ya existentes, desde las películas western, hasta las series americanas de los años 60 como el Avispón Verde. Creando un receptáculo en donde se mezclan con inteligencia plástica e ingenio creativo las máximas propuestas de la cultura popular americana que confabulan para crear estructuras y contenidos posmodernos.
En Reservoir Dogs (1992) Tarantino nos plantea la no linealidad estructural del guión, que es el resultado de la influencia que tuvo el director de otros cineastas como Stanley Kubrick en The Killing (1956), y de obras literaria como El sonido y la furia (1929) de William Faulkner. Es un recurso que también utilizará en Pulp Fiction (1994) y que lo ayudará a construirse una voz como cineasta que pretende asir el significado oculto tras la proliferación de discursos subyacentes en lo que algunos temen llamar: la posmodernidad.
Dentro de las consideraciones posmodernas, encontramos que existe una crisis de los relatos clásicos, y esto implica que las grandes historias de héroes que buscan el bienestar común y ser un ejemplo para las sociedades a las que pertenecen, se pierden para dar paso a los outsiders, personajes enfrentados al abismo que resulta el no comprender la existencia humana.
Tanto los personajes protagónicos de Reservoir Dogs como los de Pulp Fiction, pueden ser considerados como outsiders de la posmodernidad, debido a que son producto de esta proliferación de discursos que los influencian de forma fragmentada, es decir, al ser receptores de múltiples códigos, asimilarán retazos de información que hilvanaran sus personalidades y conductas.
El personaje de Mr. Orange (Tim Roth), es el mejor ejemplo de cómo dos discursos completamente opuestos pueden ser comprendidos y manejados por el mismo individuo. La razón por la cual Mr. Orange debe aprender un lenguaje “opuesto” al suyo es indiferente en este apartado, ya que lo importante es observar cómo un hombre que se encuentra expuesto a dos discursos disimiles: el policial y el urbano, por darles alguna denominación, logra construirse como criminal ante los ojos de otros que verdaderamente sí lo son.
Los delincuentes son evidentemente detractores de aquello que denominamos el bien común, y por lo tanto son mal vistos por las convenciones sociales, así que no pueden formar parte del sistema preestablecido. Esto los convierte en individuos execrables que afrontan el sin sentido de la existencia humana desde la soledad, ya que al no conocer el verdadero nombre de sus compañeros- refiriéndonos al grupo de asaltantes de Resevoir Dogs- se ven imposibilitados a crear vínculos de camaradería. Sin embargo, vemos como Mr. White(Harvey Keitel)  y Mr. Orange rompen dicho límite y entablan una simpatía importante por el otro, que al final no termina nada bien, debido a que Mr. White considera a Mr. Orange un traidor, cuando descubre que es un policía infiltrado.  
Aquí radica la tragedia del hombre moderno y por ende posmderno, en la incertidumbre de absolutamente todo lo que le rodea. No puede confiar en la sustentabilidad de los discursos que se le presentan, y por ello es casi imposible no asumir el vacio y la soledad como únicas verdades de un mundo que se alimenta de lo aparente.
En el caso de Pulp Fiction, a pesar de tener mayor fortaleza de vínculos humanos en los personajes, como el de Butch (Bruce Willis) y Fabienne (Maria de Medeiros) o el de Vincent Vega (Jhon Travolta) y Jules Winnfield (Samuel L. Jackson), también existe una importante atmosfera de incertidumbre con respecto a que va a ocurrir con cada historia, si Butch logrará escapar de su perseguidor junto con su amada o si finalmente Vincent y Jules lograrán entregar la maleta, que además no se sabe que tiene adentro.
El símbolo de la maleta es muy importante dentro de los significados posmodernos, ya que su contenido es desconocido, al igual que el destino de estos personajes.
En Jackie Brow (1997) Tarantino cambia por completo la estructura narrativa que venía utilizando hasta entonces y realiza un film más tradicional en donde su protagonista Pam Grier nos evoca el género, Blaxploitation, famoso en los años 70 por la utilización de un elenco completamente afroamericano.
Esta película resulta un caso particular en el estilo tarantineano, debido a que su voz como creativo deja paso a su interés por la formalidad, y sin embargo también nos habla de una mujer que debe enfrentarse a una situación que no le correspondería encarar y sin embargo lo hace. El drama del hombre solo, abandonado de la mano de un Dios que ha muerto, tal y como lo plantea Nietzsche.
Tenemos entonces tres películas que tienen influencia de géneros diferentes: el cine de atracos, el cine negro y el blaxploitation. Ahora nos adentraremos en una segunda etapa de las películas de Tarantino, en donde la influencia de las artes marciales y el western, será determinante para la construcción de una historia en donde las fronteras disciplinarias del cine, el teatro, el comic y la animación se pierden.
Kill Bill Vol. I y II (2003 y 2004) es la gran presentación cinematográfica de un único estilo que combina los recursos cinematográficos de edición, efectos y sonidos junto a la puesta en escena de los espectáculos teatrales; tanto por la escenografía, como por los vestuarios.
Con respecto a la influencia del comic en esta película, podemos decir que viene dada por  la construcción del personaje protagónico interpretado por Uma Thurman,  que es una heroína vengadora.
Además de la relación que guarda con la fuerza y el poder de los héroes de historietas, es un ser dotado de un don especial que debe ocultar, al igual que Superman. Tal comparación, la realiza el propio Tarantino en las líneas que le otorga al personaje de Bill cuando finalmente se reencuentra con Beatrix Kiddo  (la Novia) diciendo que, así como Superman debe disfrazarse de Clark Kent para ocultar su verdadera identidad de héroe súper dotado, ella debe ocultar su instinto asesino ante los ojos de la sociedad, fingiendo ser una ciudadana promedio, cuando en realidad no lo es.
Considerando los dos volúmenes de Kill Bill como una sola película, tal y como la pensó y filmó Tarantino, entendemos que en efecto la presencia de varios géneros y del desdibujamiento de las líneas limítrofes entre las disciplinas teatrales, por la gran importancia que da a la creación de espacios escenográficos como el bar de los 88 maníacos, y por la confección de vestuarios que manejan un claro concepto de códigos y significación de color como el amarillo.
El amarillo sirve para señalar peligros en conjunción del negro, y es perfecto para vestir al personaje de Thurman, ya que su deseo de venganza es contundente y carente de mesuras o contemplaciones, todo aquel que se interponga en su camino debe estar advertido. Es una señal ambulante de peligro.
Otra frontera de tecnicismos que se pierde en esta propuesta cinematográfica es la utilización de la animación como vehículo para narrar parte de la historia de uno de los personajes.
Cuando el espectador debe conocer el pasado traumático de O-Ren ishii (Lucy Liu), Tarantino opta por contar su historia valiéndose de la animación, que tiene un estilo japonés (Anime), quizás para suavizar el impacto del contenido con las imágenes animadas.
Cada uno de estos elementos participan de la nueva propuesta de Tarantino y apoyan los géneros de las artes marciales y el Wenster en su desarrollo. En el caso de las artes marciales, observamos cómo no solamente el vestuario de La Novia es importante a nivel de códigos teatrales, sino que también lo son aquellos que utilizan sus contrincantes: las máscaras, y la vestimenta negra.   Que ocultan las identidades de los maníacos en contraposición al rostro expuesto de Kiddo.
Con respecto al Western americano, lo más importante es el referente iconoclástico de la vestimenta  del Cowboy y las locaciones de paisajes áridos que Quentin Tarantino selecciona para filmar parte de la película. A pesar de no existir duelos de pistolas o persecuciones a caballo la atmosfera del género es capturada gracias a la fotografía y a la musicalización.
Los géneros  a los que Tarantino rinde homenaje, son replanteados por el cineasta como nuevas manifestaciones posmodernas en las que existe una evidente retroalimentación.
Por otra parte, en su siguiente película Grinhouse (Death Proof) (2007) se evidencia el constante deseo por transgredir y reinventar los géneros cinematográficos, debido a que no se mantiene la trama característica de los films slasher en donde un grupo de jóvenes es víctima de un asesino psicópata, como ocurre en películas modernas como Scream (1996).
En esta película el discurso deja de ser unidireccional para convertirse en uno bidireccional con el intercambio de roles entre el perseguidor y el perseguido. La idea del terror se mezcla con los recursos de las películas de acción, en donde carros deportivos se persiguen a grandes velocidades. Sin embargo, no todo es pura acción, y vemos como la presencia de largas conversaciones triviales, típicas del estilo Tarantino, relentan la agilidad del film. Produciendo otra película que representa muy bien la perdida de asideros estructurales o formales en cualquier tipo de realizaciones artísticas.
Para cerrar estas disertaciones sobre la mezclas realizadas por Tarantino en sus planteamientos narrativos y estéticos, debemos citar a la última película de Tarantino Inglourious Bastards (2009), en donde los planteamientos de las películas históricas se aleja de los personajes representativos del periodo, para concentrarse en el hombre común que padeció los horrores de la guerra.
La película está estructurada por capítulos y en ella la figura del hombre solo que enfrenta la incertidumbre de la vida también se hace presente en personajes como el de Shoshanna (Málanie Lurent), una joven que enfrenta el abismo y el vacio de una existencia que ha perdido su sentido luego e la muerte de sus padres, a pesar de lo mucho que lucha por sobrevivir, oculta con otra identidad, con miedo.
Esta película podríamos considerarla como hija de la posmodernidad debido a que se atreve a ficcionalizar más allá de la sátira de otras como El Dictador (1940) de Charles Chaplin, sobre la figura de Adolf Hitler, sobre el movimiento Nazi y la Segunda Guerra Mundial. Presentando situaciones que jamás ocurrieron  protagonizadas por algunos personajes que sí existieron (Hitler).
Inglourious Bastards es la última película de Tarantino que nos permite conocer otras tipologías de personajes que buscan venganza y jamás modifican este norte, al contrario de las clásicas posturas narrativas que buscan la transformación de los personajes a través del tiempo, porque de  lo contrario no hay evolución ni conflicto dramático.   
No podemos definir con exactitud que géneros intervienen en la creación de esta película, pero si exponer que en ella se depura en estilo extravagante de KillBill, y Pupl Fiction, para dar paso a la elegancia, perfección y belleza de los cuadros, de los movimientos de cámara y a las grandes actuaciones. Tarantino logra manejar la tención en determinadas escenas que a pesar de lo largas que pueden ser, no quitan ritmo a la fluidez narrativa.
En cada una de estas películas la existencia de la violencia tiene determinados niveles, en unas es más gráfica y evidente, mientras que en otras es más sosegada, lo importante de su presencia es que forma parte ineludible de el estilo Tarantino, que lo ayuda a comunicar su mensaje con mayor impacto y trascendencia.
El uso de la violencia puede responder a dos razones: la primera, una razón de protesta ante la indiferencia del hombre contemporáneo, o para seguir con nuestro planteamiento, posmoderno, ante la vida humana. Existe una exagerada normalidad por parte de este hombre ante la presencia de la muerte de otros a manos de la violencia: violaciones, asesinatos, accidentes, que se ve reflejado en escenas de películas como Pulp Fiction en donde Vincent mata a un rehén llamado Marvin sin haberlo planificado. Simplemente se dispara la pistola y sus sesos se esparcen por todo el carro.
En otros casos la violencia sirve de simple entretenimiento que busca rendir homenaje a determinados géneros cinematográficos o televisivos, como ocurre con Kill Bill, donde los cuerpos a los que se les desprende algún miembro humano, expulsan cantidades exageradas de sangre, y no es solamente la cantidad sino la forma, la sangre es expulsada del cuerpo, literalmente, a chorros. En este caso lo que Tarantino está buscando es realizar una manifestación plástica y sugerente que evoca las películas asiáticas y los animados japoneses. Es un aporte estético que  no tiene porque tener mayor significado teórico.
En este sentido, comprendemos como la violencia es otro elemento que converge en las películas de  Quentin Tarantino para modificar o replantear géneros cinematográficos, sustentar la creación de un nuevo imaginario en donde lo ecléctico de la cultura popular- que se vincula a la multiplicidad de discursos que maneja el posmodernismo- sirve para construir un nuevo mundo de referentes iconoclásticos, y un nuevo género que simplemente llamaremos: muy Tarantino.

La convergencia de géneros en Tarantino para la construcción de un mundo posmoderno


Como hemos podido apreciar en todas las películas de Tarantino, existe una constante reinterpretación de variados géneros cinematográficos, televisivos y hasta literarios, que conllevan precisamente a la intertextualidad de su propuesta estética y narrativa. Desde el inicio de sus películas, hemos observado cómo todo su imaginario se construye a partir de otros ya existentes, desde las películas western, hasta las series americanas de los años 60 como el Avispón Verde. Creando un receptáculo en donde se mezclan con inteligencia plástica e ingenio creativo las máximas propuestas de la cultura popular americana que confabulan para crear estructuras y contenidos posmodernos.
En Reservoir Dogs (1992) Tarantino nos plantea la no linealidad estructural del guión, que es el resultado de la influencia que tuvo el director de otros cineastas como Stanley Kubrick en The Killing (1956), y de obras literaria como El sonido y la furia (1929) de William Faulkner. Es un recurso que también utilizará en Pulp Fiction (1994) y que lo ayudará a construirse una voz como cineasta que pretende asir el significado oculto tras la proliferación de discursos subyacentes en lo que algunos temen llamar: la posmodernidad.
Dentro de las consideraciones posmodernas, encontramos que existe una crisis de los relatos clásicos, y esto implica que las grandes historias de héroes que buscan el bienestar común y ser un ejemplo para las sociedades a las que pertenecen, se pierden para dar paso a los outsiders, personajes enfrentados al abismo que resulta el no comprender la existencia humana.
Tanto los personajes protagónicos de Reservoir Dogs como los de Pulp Fiction, pueden ser considerados como outsiders de la posmodernidad, debido a que son producto de esta proliferación de discursos que los influencian de forma fragmentada, es decir, al ser receptores de múltiples códigos, asimilarán retazos de información que hilvanaran sus personalidades y conductas.
El personaje de Mr. Orange (Tim Roth), es el mejor ejemplo de cómo dos discursos completamente opuestos pueden ser comprendidos y manejados por el mismo individuo. La razón por la cual Mr. Orange debe aprender un lenguaje “opuesto” al suyo es indiferente en este apartado, ya que lo importante es observar cómo un hombre que se encuentra expuesto a dos discursos disimiles: el policial y el urbano, por darles alguna denominación, logra construirse como criminal ante los ojos de otros que verdaderamente sí lo son.
Los delincuentes son evidentemente detractores de aquello que denominamos el bien común, y por lo tanto son mal vistos por las convenciones sociales, así que no pueden formar parte del sistema preestablecido. Esto los convierte en individuos execrables que afrontan el sin sentido de la existencia humana desde la soledad, ya que al no conocer el verdadero nombre de sus compañeros- refiriéndonos al grupo de asaltantes de Resevoir Dogs- se ven imposibilitados a crear vínculos de camaradería. Sin embargo, vemos como Mr. White(Harvey Keitel)  y Mr. Orange rompen dicho límite y entablan una simpatía importante por el otro, que al final no termina nada bien, debido a que Mr. White considera a Mr. Orange un traidor, cuando descubre que es un policía infiltrado.  
Aquí radica la tragedia del hombre moderno y por ende posmderno, en la incertidumbre de absolutamente todo lo que le rodea. No puede confiar en la sustentabilidad de los discursos que se le presentan, y por ello es casi imposible no asumir el vacio y la soledad como únicas verdades de un mundo que se alimenta de lo aparente.
En el caso de Pulp Fiction, a pesar de tener mayor fortaleza de vínculos humanos en los personajes, como el de Butch (Bruce Willis) y Fabienne (Maria de Medeiros) o el de Vincent Vega (Jhon Travolta) y Jules Winnfield (Samuel L. Jackson), también existe una importante atmosfera de incertidumbre con respecto a que va a ocurrir con cada historia, si Butch logrará escapar de su perseguidor junto con su amada o si finalmente Vincent y Jules lograrán entregar la maleta, que además no se sabe que tiene adentro.
El símbolo de la maleta es muy importante dentro de los significados posmodernos, ya que su contenido es desconocido, al igual que el destino de estos personajes.
En Jackie Brow (1997) Tarantino cambia por completo la estructura narrativa que venía utilizando hasta entonces y realiza un film más tradicional en donde su protagonista Pam Grier nos evoca el género, Blaxploitation, famoso en los años 70 por la utilización de un elenco completamente afroamericano.
Esta película resulta un caso particular en el estilo tarantineano, debido a que su voz como creativo deja paso a su interés por la formalidad, y sin embargo también nos habla de una mujer que debe enfrentarse a una situación que no le correspondería encarar y sin embargo lo hace. El drama del hombre solo, abandonado de la mano de un Dios que ha muerto, tal y como lo plantea Nietzsche.
Tenemos entonces tres películas que tienen influencia de géneros diferentes: el cine de atracos, el cine negro y el blaxploitation. Ahora nos adentraremos en una segunda etapa de las películas de Tarantino, en donde la influencia de las artes marciales y el western, será determinante para la construcción de una historia en donde las fronteras disciplinarias del cine, el teatro, el comic y la animación se pierden.
Kill Bill Vol. I y II (2003 y 2004) es la gran presentación cinematográfica de un único estilo que combina los recursos cinematográficos de edición, efectos y sonidos junto a la puesta en escena de los espectáculos teatrales; tanto por la escenografía, como por los vestuarios.
Con respecto a la influencia del comic en esta película, podemos decir que viene dada por  la construcción del personaje protagónico interpretado por Uma Thurman,  que es una heroína vengadora.
Además de la relación que guarda con la fuerza y el poder de los héroes de historietas, es un ser dotado de un don especial que debe ocultar, al igual que Superman. Tal comparación, la realiza el propio Tarantino en las líneas que le otorga al personaje de Bill cuando finalmente se reencuentra con Beatrix Kiddo  (la Novia) diciendo que, así como Superman debe disfrazarse de Clark Kent para ocultar su verdadera identidad de héroe súper dotado, ella debe ocultar su instinto asesino ante los ojos de la sociedad, fingiendo ser una ciudadana promedio, cuando en realidad no lo es.
Considerando los dos volúmenes de Kill Bill como una sola película, tal y como la pensó y filmó Tarantino, entendemos que en efecto la presencia de varios géneros y del desdibujamiento de las líneas limítrofes entre las disciplinas teatrales, por la gran importancia que da a la creación de espacios escenográficos como el bar de los 88 maníacos, y por la confección de vestuarios que manejan un claro concepto de códigos y significación de color como el amarillo.
El amarillo sirve para señalar peligros en conjunción del negro, y es perfecto para vestir al personaje de Thurman, ya que su deseo de venganza es contundente y carente de mesuras o contemplaciones, todo aquel que se interponga en su camino debe estar advertido. Es una señal ambulante de peligro.
Otra frontera de tecnicismos que se pierde en esta propuesta cinematográfica es la utilización de la animación como vehículo para narrar parte de la historia de uno de los personajes.
Cuando el espectador debe conocer el pasado traumático de O-Ren ishii (Lucy Liu), Tarantino opta por contar su historia valiéndose de la animación, que tiene un estilo japonés (Anime), quizás para suavizar el impacto del contenido con las imágenes animadas.
Cada uno de estos elementos participan de la nueva propuesta de Tarantino y apoyan los géneros de las artes marciales y el Wenster en su desarrollo. En el caso de las artes marciales, observamos cómo no solamente el vestuario de La Novia es importante a nivel de códigos teatrales, sino que también lo son aquellos que utilizan sus contrincantes: las máscaras, y la vestimenta negra.   Que ocultan las identidades de los maníacos en contraposición al rostro expuesto de Kiddo.
Con respecto al Western americano, lo más importante es el referente iconoclástico de la vestimenta  del Cowboy y las locaciones de paisajes áridos que Quentin Tarantino selecciona para filmar parte de la película. A pesar de no existir duelos de pistolas o persecuciones a caballo la atmosfera del género es capturada gracias a la fotografía y a la musicalización.
Los géneros  a los que Tarantino rinde homenaje, son replanteados por el cineasta como nuevas manifestaciones posmodernas en las que existe una evidente retroalimentación.
Por otra parte, en su siguiente película Grinhouse (Death Proof) (2007) se evidencia el constante deseo por transgredir y reinventar los géneros cinematográficos, debido a que no se mantiene la trama característica de los films slasher en donde un grupo de jóvenes es víctima de un asesino psicópata, como ocurre en películas modernas como Scream (1996).
En esta película el discurso deja de ser unidireccional para convertirse en uno bidireccional con el intercambio de roles entre el perseguidor y el perseguido. La idea del terror se mezcla con los recursos de las películas de acción, en donde carros deportivos se persiguen a grandes velocidades. Sin embargo, no todo es pura acción, y vemos como la presencia de largas conversaciones triviales, típicas del estilo Tarantino, relentan la agilidad del film. Produciendo otra película que representa muy bien la perdida de asideros estructurales o formales en cualquier tipo de realizaciones artísticas.
Para cerrar estas disertaciones sobre la mezclas realizadas por Tarantino en sus planteamientos narrativos y estéticos, debemos citar a la última película de Tarantino Inglourious Bastards (2009), en donde los planteamientos de las películas históricas se aleja de los personajes representativos del periodo, para concentrarse en el hombre común que padeció los horrores de la guerra.
La película está estructurada por capítulos y en ella la figura del hombre solo que enfrenta la incertidumbre de la vida también se hace presente en personajes como el de Shoshanna (Málanie Lurent), una joven que enfrenta el abismo y el vacio de una existencia que ha perdido su sentido luego e la muerte de sus padres, a pesar de lo mucho que lucha por sobrevivir, oculta con otra identidad, con miedo.
Esta película podríamos considerarla como hija de la posmodernidad debido a que se atreve a ficcionalizar más allá de la sátira de otras como El Dictador (1940) de Charles Chaplin, sobre la figura de Adolf Hitler, sobre el movimiento Nazi y la Segunda Guerra Mundial. Presentando situaciones que jamás ocurrieron  protagonizadas por algunos personajes que sí existieron (Hitler).
Inglourious Bastards es la última película de Tarantino que nos permite conocer otras tipologías de personajes que buscan venganza y jamás modifican este norte, al contrario de las clásicas posturas narrativas que buscan la transformación de los personajes a través del tiempo, porque de  lo contrario no hay evolución ni conflicto dramático.   
No podemos definir con exactitud que géneros intervienen en la creación de esta película, pero si exponer que en ella se depura en estilo extravagante de KillBill, y Pupl Fiction, para dar paso a la elegancia, perfección y belleza de los cuadros, de los movimientos de cámara y a las grandes actuaciones. Tarantino logra manejar la tención en determinadas escenas que a pesar de lo largas que pueden ser, no quitan ritmo a la fluidez narrativa.
En cada una de estas películas la existencia de la violencia tiene determinados niveles, en unas es más gráfica y evidente, mientras que en otras es más sosegada, lo importante de su presencia es que forma parte ineludible de el estilo Tarantino, que lo ayuda a comunicar su mensaje con mayor impacto y trascendencia.
El uso de la violencia puede responder a dos razones: la primera, una razón de protesta ante la indiferencia del hombre contemporáneo, o para seguir con nuestro planteamiento, posmoderno, ante la vida humana. Existe una exagerada normalidad por parte de este hombre ante la presencia de la muerte de otros a manos de la violencia: violaciones, asesinatos, accidentes, que se ve reflejado en escenas de películas como Pulp Fiction en donde Vincent mata a un rehén llamado Marvin sin haberlo planificado. Simplemente se dispara la pistola y sus sesos se esparcen por todo el carro.
En otros casos la violencia sirve de simple entretenimiento que busca rendir homenaje a determinados géneros cinematográficos o televisivos, como ocurre con Kill Bill, donde los cuerpos a los que se les desprende algún miembro humano, expulsan cantidades exageradas de sangre, y no es solamente la cantidad sino la forma, la sangre es expulsada del cuerpo, literalmente, a chorros. En este caso lo que Tarantino está buscando es realizar una manifestación plástica y sugerente que evoca las películas asiáticas y los animados japoneses. Es un aporte estético que  no tiene porque tener mayor significado teórico.
En este sentido, comprendemos como la violencia es otro elemento que converge en las películas de  Quentin Tarantino para modificar o replantear géneros cinematográficos, sustentar la creación de un nuevo imaginario en donde lo ecléctico de la cultura popular- que se vincula a la multiplicidad de discursos que maneja el posmodernismo- sirve para construir un nuevo mundo de referentes iconoclásticos, y un nuevo género que simplemente llamaremos: muy Tarantino.